domingo, 30 de agosto de 2015

Más Vale Borrachos Conocidos Que Alcohólicos Anónimos

Más Vale Borrachos Conocidos Que Alcohólicos Anónimos



Los Mox!


No lograran que deje el alcohol
soy un borracho de corazón
ninguna ley ni un senador
van a alejarme de esta pasión

El copete es un amigo, un amigo fiel
por que siempre esta conmigo y yo estoy con el

Yo nunca fui siervo de dios
me bautizaron con una de Ron
como olvidar penas de amor
si en mi mano no hay un botellón

Por que si no hubiera vodka no habría MOX
y por que hace que las chicas se vean mejor
por que cuando no hay trago no hay diversión
y por eso al copete le hago esta canción

No lograran que dejemos el alcohol
somos borrachos de corazón
ninguna ley ni político huevón
van a alejarnos de nuestra, de nuestra pasión!!! 

viernes, 28 de agosto de 2015

La escuela primaria

De la escuela primaria, tengo muy buenos recuerdos; tuve excelentes maestros, que no se limitaban a hacernos acumular conocimientos, sino que  nos daban una multiplicidad de valores a seguir, y que nos formaban en sólidas bases para enfrentar lo que se viniese en el futuro. Y más allá de la manipulación que ejercieron algunos de ellos sobre mi persona, les estoy infinatamente agradecidos a todos.

Ya mencioné al Hermano Rogeliio, y quiero citar ahora, al otro religioso, el Hermano Victorio Cordero, una eminencia con las matemáticas, las manualidades, y la preparación gimnástica y física- Del maestro Peresón, del tercer grado, no tengo buenos recuerdos; ni siquiera puedo recordar su nombre; duró un par de años en el colegio, y lo echaron por sanguinario y masoquista; imponía despiadados castigos a todo el alumnado, desproporcionados a la gravedad de las faltas cometidas; la Sra. Elba de Menapace, es todo un  monumento a la docencia.  Ella fue mi principal maestra en el cuarto grado- Y Amado "Cucaracha" Moschén, excelente maestro en el quinto grado. Junto a ellos, en diferentes disciplinas, estuvieron los curas de la parroquia: el Padre Celso Milanesio,, cura párroco y manda más de la Colonia Avellaneda, el Padre Jerónimo Meneghini, el Padre Joaquín Bonaldo, capellán capitán de la Base Aérea de Reconquista, actualmente III Brigada Aérea de Reconquista, y los Padres Miguel Gaudiello y Rogelio Sneider completaban el elenco.

Quiero recordar a mis compañeros del quinto grado; ellos fueron:
* Jorge Buseghin , actualmente vecino, viviendo a unas tres manzanas de mi casa.
* Edgardo Caribaux, de la ciudad de Reconquista, de quien no supe nunca nada más.
* Mario Cracogna, por entonces vecino de mi casa paterna, y actualmente Juez de Paz en Avellaneda.
* Rodolfo Franzoi, también vecino de mi casa paterna.
* Rubén Marchetti, con quien nos une un lejano parentesco.
* Omar Maurich, hermano de
* Oscar Maurich, fallecido.
* José Moschén, con quien tuve una larga amistad de compartir otros cursos y trabajos.
* Omar Persoglia, compañero de trabajo en Vicentín SAIC.
* Edelmar Ocampo, de la ciudad de Reconquista. Tampoco supe nada de él posteriormente.
* Angel Sandoval, también de la ciudad de Reconquista.
* Carlos Stechina, de profesión agricultor.
* Horacio Stechina, a quien le perdí el rastro.
* Omar Vera, vecino, y luego marinero profesional.
* Héctor Vitti, conocido remisero de la ciudad.

Junto a mi, conformábamos el grupo de 16 alumnos, que completamos la escuela primaria, en el Colegio Nuestra Señora de la Merced.

Las fotografías que siguen, ilustran momentos de mi paso por esa escuela; inauguración del mástil de la bandera y acto gimnástico.





miércoles, 26 de agosto de 2015

Monaguillo

El Hermano Rogelio M, Scortegagna era uno de los dos medio curas, que tenía la Orden de los Siervos de María, en Avellaneda.. Lo de Hermano, supone un estado religioso consagrado, con votos de obediencia, celibato y más, pero en una categoría inferior a la de sacerdote, ya que no están habilitados para ese ministerio.

Estaba Don Rogelio a cargo de la sacristía del templo Nuestra Señora de las Mercedes, tarea que desempeñaba con mucha eficiencia y ahínco, en una época que los ritos eran más suntuosos y aristocráticos. Se desempeñaba también como maestro en el Colegio Nuestra Señora de la Merced, y tuve el honor de ser su alumno en el segundo grado de la primaria,

Sin desmerecer a nadie, era un magnífico maestro de los de antes, y estoy muy agradecido que me haya tocado cursar esos primigenios años de la escolaridad, con alguien tan sabio y eficaz en esa tarea, al igual que los demás curas que integraban la parroquia. Pese a su origen y educación en la patria de su nacimiento, Italia, tenían todos una cultura general superlativa, y la sabían transmitir.

El Hermano Rogelio tuvo una influencia preponderante en mi niñez. Ya sea en su tarea de maestro, como en la de sacristán, y también en la de encargado de la preparación y el control del grupo de monaguillos o acólitos, asistentes a los servicios en los diferentes ritos religiosos. Sumado a ésto, la dedicación de mi madre,para que yo fuera por el camino ancho rumbo a la santidad.  En efecto, ella, llueva o truene, me levantaba casi todos los días, para que yo asistiera a cumplir con mis obligaciones de monaguillo, en la misa de seis de la mañana.

El hermano Rogelio era racista y discriminatorio. No cualquiera estaba en condiciones de ser elegido para el selecto grupo de monaguillo. Más del noventa y cinco por ciento de los afortunados, eran descendientes de italianos; muy raro el que tenía un color un poco más oscuro.

Las misas preconciliares, se celebraban en Latín, así que el Hermano se ocupaba de que fuésemos prendiendo las respuestas a dar al cura durante la ceremonia.

El Hermano, en sus funciones de sacristán, confeccionaba los horarios en los que debíamos prestar los servicios de acólitos, pero como yo -mediante la mano de mi madre- era muy voluntario, tenía una agenda muy nutrida en estos menesteres. Tarea que no terminaba allí, sino que tenía otro extras como: barrido y limpieza del templo, acompañamiento .al cura en la época de la bendición de las casas -éso merece un capítulo aparte-, prestación de servicios en el armado de la teatralización y escenografía de los funerales y las bodas, eventos para los cuales existían diferentes categorías de acuerdo al bolsillo de quien las requerían: más o menos cortinados, alfombras, flores, música, incienso y otros.

Nuestra tarea, la de monaguillos, no era totalmente gratuita. No por imposición nuestra, sino porque el benemérito Hermano, nos pagaba a fin de mes, unas monedas que se multiplicaban, dependiendo de cuantos servicios cumplíamos. Además de tanto en tanto, era de llevarnos a distintos lugares, a modo de picnic, como retribución extra.  Recuerdo particularmente, un viaje que hicimos a la ciudad de Goya, mediante el transporte de la balsa. Otro a la localidad de Las Toscas, distante unos cien kilómetros al norte de Avellaneda; en esa oportunidad, fuimos los monaguillos encerrados en una caja de un camión, y transitamos así los 100 de ida y los 100 de vuelta, por la ruta nacional número 11, que en la mayor parte del trayecto, aun no estaba pavimentada.

El Hermano Rogelio, también era un artista en la preparación del pesebre o nacimiento, en la época de navidad; montaba por entonces con figuras y todo tipo de otros elementos, una escena de la tierra donde nació Jesús, con algunos trucos eléctricos, hidráulicos y motrices, que coronaban un espectáculo que se ofrecía al público desde el 24 de diciembre hasta pasado el 6 de enero, siendo visitado éste, por todos los asistentes a las distintas misas y por muchos otros curiosos que se llegaban de localidades vecinas. Unos cuantos años, tuve el honor de ser colaborador estrecho con el Hermano, en la preparación de esa alegoría.

Es raro, aunque no tanto dada la época, que no tenga ninguna foto vestido de acólito, pese a que promediaba desde los ocho años hasta los doce, unas cuatrocientas misas por año, en las que me tocaba oficiar de monaguillo. La vestimenta consistía en una pollera de color rojo ceñida a la cintura, luego una casaca que creo la llamaban roquete, de color blanco con encajes,  las mangas también estrechadas a los brazos mediante elásticos, y rodeando el cuello y e pecho, una capa también de color rojo.



La fotografía muestra mi presencia junto a la de otros compañeros, en la ceremonia de "ordenación" como monaguillo. Luego de una ardua preparación, íbamos a lucir por fin las sotanas. 


Y éste retrato es de 1963, en el que puede apreciarse el nutrido grupo de monaguillos, acompañado por el citado Hermano y por el cura Miguel Gaudiello; entre ambos se las arreglaron, para llevarme unos años después al seminario de Fátima, lugar en el que permanecí como interno o pupilo, por tres años. 


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martes, 25 de agosto de 2015

Felices los niños

Felices los niños, es un título que me evoca sentimientos encontrados. Por un lado, Los días felices, obra de mi vecino Celso Agretti, donde narra encantadoramente vivencias de su niñez, y por otro a la fundación que lleva por nombre Felices los niños, despedazada por el pedófilo Grassi, a quien muchos creen se está pudriendo en la cárcel, pero todos tenemos derecho a las sospechas, y no sería difícil que en su lugar de alojamiento VIP, hasta le lleven niños para su depravada satisfacción; de todos modos, la fundación sigue trabajando mucho por los niños, y los aliento a todos ellos, salvo que intenten defender al cura degenerado.


Pero ahora quiero hablar de mi temprana y feliz niñez. Dicen que hoy los chicos vienen con sus genes ya cargados de una habilidad mental que nosotros no teníamos, que son más despiertos y vivarachos; claro, sus celulares, juegos electrónicos y computadoras, eran impensados para nosotros, que nos conformábamos con las simples bolitas, figuritas o el triciclo; tardábamos un montón en hacer una suma o división, pero entrenábamos nuestra mente y nuestra razón, de una manera adecuada para el posterior curso de los estudios; éramos sometidos a una disciplina, que sin ser ruda, nos inculcaba principios básicos de respeto, de autoridad y de responsabilidad. No éramos serios ni amargados, y nuestra imaginación volaba, cosa que ahora posiblemente sea difícil de ejercitar en los niños, que encuentran todo hecho, todo encerrado en una pantalla.

En esta imagen, estamos los tres hermanitos que por entonces existíamos (el último estaba esperando su turno en Bolivia) . Yo montado en el triciclo, que mi papá me había construido con sus manos; era totalmente de hierro; ningún plástico ni goma, en su asiento, su manubrio o sus ruedas; pero para mí era un Ferrari o un Mercedes de Fórmula Uno. Tenía cinco años, mi hermana Noemí 3 y Sonia posiblemente 1.

Esta es de más o menos la misma época, con los mismos protagonistas, pero deseo que pongan cuidado en la dedicación de mamá, en el sentido de que posar para la posteridad no era cosa de improvisar, y entonces nos vestía con la “ropa de fiesta”, la de salir (la mayoría de las salidas eran ir a misa), porque la “ropa de entre casa”, era un poco más humilde.  Yo luciendo un traje, y todos  calzando zapatos ( a mí me duraban varios años, por eso no tengo los pies muy grandes).


En ésta ya aparece el benjamín, Nilo, nuestro último hermanito, con lo que se completa una versión de la familia Ingalls ampliada.

lunes, 24 de agosto de 2015

La inocencia perdida

La inocencia perdida

Era tan chiquito!!! nueve meses, bueno, más otro nueve meses dentro de la panza de mami, ya me hacen crecidito.


Noten las vestimentas de los protagonistas, ¡bien de gringos! Mi madre, mi padre y yo, a quien ya le están reforzando las piernas. El lugar es el patio de mi casa pueblerina, y el viejo ya había dejado su oficio de agricultor, y estaba trabando en la fábrica de aceites vegetales y subproductos de oleaginosas, famosa por aquel tiempo en Avellaneda.