Don
Raul. Sí, así a secas. Parece que a los abuelos Don Juan y Doña Ana, se les
acabó la imaginación cuando nació mi viejo ¡Viejo, mi querido viejo! y le
pusieron un solo nombre. Patronímico que ligué yo después, como se acostumbraba
en la época con el primogénito, más el agregado de Celso, por cuestiones
totalmente intencionadas, que contaré en otra oportunidad.
Nació
en la Colonia Presidente Avellaneda el 20 de Abril de 1926, y falleció súbitamente
el 14 de Abril de 2005, a
seis días de cumplir sus 79 años.
Por
entonces, estaba jubilado, luego de 40 años de servicio, en una empresa que era
lo más grande que tenía Avellaneda, y lo sigue siendo, aunque sus plantas
fabriles estén ubicadas en otros lugares de la provincia y de distritos vecinos.
Una fábrica que produce aceites vegetales y subproductos de las oleaginosas. Don
Raul hizo de todo: mecánico, mantenimiento, turnos. Lo exprimieron muy bien, y
se retiró con una jubilación roñosa.
Estas fotos no son de mi padre, pero ilustran trabajos similares a los que hacía él.
En su
lugar de trabajo seguramente tenía apodos, porque allí los compañeros de
trabajo eran terribles para las bromas,
las cargadas, y cuando bautizaban a sus colegas con un alias. Pero no recuerdo
el mote de Don Raul, un poco porque era muy reservado en contar esas cosas. Simpatizante
de River, sufría con su radio a transistores, escuchando los partidos, y más
adelante en la televisión, aunque no era de gritar los goles, pero parecía un
Macaya Márquez con sus comentarios.
En sus
últimos años, papá tuvo una vida bastante tranquila. Es una redundancia, pero
todas sus amistades y quienes lo conocían, decían de él que era muy tranquilo y
buenazo. Es cierto, no alzaba la voz, era prudente en sus discrepancias con alguien,
y nunca se peleó ni de palabra ni a las piñas.
Apenas
retirado de sus labores, como era una persona de mucha destreza personal para
tareas manuales, como albañilería, reparaciones eléctricas y otras actividades,
se estuvo ocupando de esos menesteres, en su casa, o en la de sus hijos. Luego
comenzó a quedarse un poco más quieto, compartiendo las veinticuatro horas del
día, con Doña Teresita. Con ella, miraban televisión, jugaban al chinchón o a
la loba, pero por sobre todo rezaban. Era muy creyente, y asistió a los oficios
religiosos, hasta el último domingo antes de morir. Sus salidas eran: hacer las
compras en los supermercados cercanos, alguna visita a mi casa de vez en
cuando, recorridas por médicos y sanatorios y algo de esparcimiento.
Su entretenimiento,
aparte de seguir a River, era concurrir al Círculo de Obreros, entidad que
actualmente perdura, y una de las primeras instituciones que fundaron los
inmigrantes, venidos a estas tierras vírgenes en 1879. Los sábados por la
tarde, y domingos todo el día, habilitaban allí el servicio de bar que en ese
tiempo era exclusivo para socios de la entidad. Entonces Don Raul, iba
generalmente en la tarde dominical, y compartía con gente que era casi toda de
su edad, partidos de truco (juego muy popular en el Río de la Plata, que tiene
como aditivos una gran dosis de picardía y de mentira, porque con habilidad se
puede ganar una mano, aún teniendo las cartas de menos valor), chinchón o Chin
Chon, que también se jugaba con barajas españolas de 40 naipes, y otros que
posiblemente tengan otra denominación pero se conocía por Chinquín y Tres
Siete. Jugaban al truco con un compañero o dos, es decir truco de cuatro o de
seis. La apuesta era por el pago de la copa que bebían; por lo general una
cerveza, o un vaso de vino tinto o blanco, algún vermouth y ocasionalmente
algunos copitas de bebidas llamadas “blancas”, de mayor graduación alcohólica, con
marcas creo desaparecieron del mercado (todas no), pero alguna realmente brava:
licor Tres Plumas, con sabor parecido al querosén, pero que se daba el tupé de figurar en la etiqueta como Coñac; Cubana
sello verde y sello rojo; Hesperidina,
Pepermint, Anís 8 hermanos, Anís turco, ginebra Llave, y solo algunos más
pudientes, saboreaban algún Whiskey, pero no de marca de alcurnia, o Coñac como
el Otar Dupuy o el Café al Coñac. Mi viejo era moderado, y no pasaba de la
cervecita o algún vaso de vino, salvo en invierno que podía libarse un par de
copitas de algún licor. En el truco los compañeros se hacen señas, que
identifican las cartas más poderosas que tienen, o que no cuentan con ninguna de ellas; estas señas no deben ser
vistas por los contrarios, y si se sienten observados, hasta en las señas
mienten, porque hacen creer que tienen tal o cual carta, y de verdad no era así.
Algunas mesas eran alborotadas por los gritos, de ¡Truco! ¡Quiero retruco!
¡Quiero vale cuatro! ¡Envido! ¡Falta Envido! Se hacían preguntas cancheras entre compañeros para investigar o proponer que juego haría el que era mano. Por supuesto que
las respuestas también podían ser engañosas para los oponentes. .
El
juego llamado “Canasta”, era practicado más bien por el sector femenino, que
por supuesto no concurría al bar, sino que lo hacían en reuniones familiares,en
la casa de alguna de las participantes. Y
en familia, se solía jugar al chinchón, escoba de 15, la casita robada, o el
culo sucio.
Tenía
la intención yo de relatar sus orígenes, actividades de campesinos, y vivencias
personales compartidas conmigo y mis hermanos, pero lo dejo para el próximo capítulo.
Aunque ya no está le dedico estas dos canciones:
Piero
LETRA 'MI VIEJO DE
PIERO'
Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos;
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.
Viejo mi querido viejo
ahora ya camina lerdo;
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo
Yo, soy tu silencio y tu tiempo.
El tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsa.
Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos;
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.
Viejo mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo
como perdonando al viento;
yo soy tu sangre mi viejo.
yo, soy tu silencio y tu tiempo.
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos;
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.
Viejo mi querido viejo
ahora ya camina lerdo;
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo
Yo, soy tu silencio y tu tiempo.
El tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsa.
Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos;
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.
Viejo mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo
como perdonando al viento;
yo soy tu sangre mi viejo.
yo, soy tu silencio y tu tiempo.
EL TATA ESTÁ VIEJO - Canción
Letra y Musica: Rafael Carret
Rafael "Pato" Carret
El Tata está viejo,
lo "vide" esta noche
armar su cigarro con dificultad,
el pucho encendido
temblaba en sus labios
como un tucu-tucu en la oscuridad.
lo "vide" esta noche
armar su cigarro con dificultad,
el pucho encendido
temblaba en sus labios
como un tucu-tucu en la oscuridad.
Ya no se levanta
a matear temprano,
no cruza al galope, va al trote nomás...
se pasa las horas
junto a la tranquera
mirando el camino pasar... y pasar...
a matear temprano,
no cruza al galope, va al trote nomás...
se pasa las horas
junto a la tranquera
mirando el camino pasar... y pasar...
(Estribillo)
Recuerdo a mi Tata
en sus años mozos,
fuerte como un tala, como un ñandubay!
Hoy parece un sauce,
'ta "tuito" encorvado,
qué pena si un día me llega a faltar.
Recuerdo a mi Tata
en sus años mozos,
fuerte como un tala, como un ñandubay!
Hoy parece un sauce,
'ta "tuito" encorvado,
qué pena si un día me llega a faltar.
El Tata está viejo,
si un día ha de irse,
que ni se dé cuenta, al tranquito nomás...
Diosito te pido
que apagues su vida
cual se apaga un pucho, solo sin pitar.
si un día ha de irse,
que ni se dé cuenta, al tranquito nomás...
Diosito te pido
que apagues su vida
cual se apaga un pucho, solo sin pitar.
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