jueves, 31 de julio de 2014

1953

1953



Resultará un poco raro iniciar de esta manera, con un número, una cifra, que de por si sola no dice nada. Para mí dice lo suficiente. Es el año en el cual yo nací.


Toda mi vida trabajé con los números, por eso no gustan tanto. Sí me deleitan  el 13, 17 y 69. Los dos primeros por razones obvias, aunque no crea en el azar, y el 69 por su simbología, que parece a la del ying yang. Las matemáticas sí me apetecen por su abstracción y exactitud. Además están muy emparentadas con la música, el ajedrez, la astronomía, la física y lo lúdico, pero esto último creo yo es manejable.




Decir que es el año que yo nací, no es presumir al punto de pintarme como un gran personaje. Sencillamente soy lo que soy, que no es poco si lo veo como fruto del amor de mis padres. Y resulta poco, si lo veo como el resultado de lo que hice a través de los años para optimizarme. No rendí una proporción correcta con los talentos obtenidos gratuitamente.




Ya que mencioné a mis padres, tengo que remitirme al año 1952. Porque si bien las matemáticas no son exactas para estas cuestiones, es posible que me hayan concebido, el último viernes de octubre, aunque me inclino más por el sábado primero de Noviembre, día de todos los santos, o al día siguiente, domingo, tal vez en la siesta, con repetición a la noche. Es probable un margen de error, de una semana hacia atrás o del mismo tiempo en vanguardia.


Sea como sea, ellos se amaban, y querían tenerme. Con el paso del tiempo, tuve suficientes detalles, para darme cuenta, que pese a la época, los tabúes, la estricta educación recibida, estaba todo planificado por ellos; confirman esta regla, posteriormente, los nacimientos de mis tres hermanos, que vieron la luz, en tiempos sincronizados. Esto no se opone, a su profunda religiosidad, y observancia de los preceptos impuestos por la iglesia católica, en momentos que se enseñaba de un dios todopoderoso, arbitrario, castigador, condenatorio especialmente en los “pecados sexuales”. Creo que disfrutaron haciendo el amor, cuyo único fin, no es la procreación, sino el deleite de la entrega apasionada de cuerpo y alma. Posiblemente se cuidaron de hacerlo antes del sacramento ante el altar.




Unos pocos años después, yo era sumamente curioso, y mi instinto me llevaba a la investigación. No era fácil, digamos con cuatro a seis años, pero podía husmear donde apropiadamente no era conveniente metiera mis narices, y menos aun que me pillaran haciéndolo. Pero observaba a mi madre, haciendo cuentas sobre gráficos en un libro, del cual su “escondite” yo conocía. Tenía tiempo y paciencia, y finalmente encontraba algún momento para entrometerme en sus páginas. Es probable que no entendiera todo, con mi embrionaria iniciación en la lectura, y mi nula información sexual. Se trataba de un libro recomendado por la iglesia católica sobre los métodos naturales de anticoncepción: el de temperatura basal, que se sirve del aumento de la progesterona, que afecta a la temperatura corporal interna de la mujer durante la ovulación y determina, una vez diagnosticada, infertilidad posovulatoria; y el  Método de la ovulación (método Billings): se basa en la observación diaria de los cambios del moco cervical a lo largo del ciclo femenino, cambios que se asocian al aumento en los niveles de estrógenos previos al momento de la ovulación. 



Yo inevitablemente voy a escupir un poco de ponzoña: la iglesia católica sigue condenando los métodos que considera antinaturales, pero al mismo tiempo en los textos sagrados se lee que el sexo tiene como único fin el de la procreación y por lo tanto la perpetuidad de la raza. Entonces ¿cómo recomienda un método que permite aprovechar los días infértiles para tener relación sexual?

Para ser justo con mi madre, debo reconocer que tuve de parte de ella, una información no exactamente relacionada con la sexualidad, pero que mi imaginación completó correctamente.  


 

julio de 2014




Acompañan este texto las imágenes: de Pin it Borgeano passion-kiss;  SNTE Sección 16 Jalisco 
"El niño y la canasta". Acuarela del maestro MARTORREV; de Wikipedia Ying yang.  

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